Paco Monreal, David Huguet, Carles Estrany, Daniel Paladín etc. Los grandes entrenadores del Goalball estatal han tenido, hasta ahora, nombres masculinos. Han sido mayormente ellos quienes han llevado la batuta de este deporte desde que empezó a profesionalizarse en España a raíz de las Paraolimpiadas de Barcelona en el año 1992. En el caso navarro, hasta la llegada de Martina Goñi a la dirección técnica de Goalball Navarra, había ocurrido algo parecido. No solo en el Goalball, sino en cualquier deporte, es fácil ver a hombres entrenando equipos de mujeres (incluso muchas veces es lo habitual). Sin embargo, es mucho más raro ver a mujeres entrenando hombres (estoy seguro que la mayoría no se os viene ni un caso a la mente). Sin ir más lejos, y por citar un ejemplo evidente de esta realidad en la delegación española que acudió a los Juegos de 2021 (compuesta por prácticamente la misma cifra de hombres y mujeres deportistas) viajaron 125 entrenadores: sólo 13 fueron mujeres.
Siguiendo con la norma, en esta ocasión los banquillos rivales también estaban ocupados por hombres. Todos menos el de Iruña Goalball. La paridad que si que se viene consiguiendo en los deportistas (el Goalball femenino viene creciendo en fichas) no se materializa en el terreno de los entrenadores. Por ello, Martina es ya por méritos propios una pionera. Además, el caso de Martina es especialmente importante, porque rompe con una de los conceptos más importantes desarrollados por el feminismo, como es el del acantilado de cristal. Según este concepto, determinados puestos de liderazgo que en cuestiones normales no tienen rostro femenino, si los tienen en momentos de crisis, para volver a tener una cara masculina cuando la situación vuelve a la normalidad. La referencia en torno a este concepto es un texto de Michelle Ryan y Alexander Haslam, donde se dan cuenta de que hay determinados puestos a los que las mujeres no acceden (caso de los entrenadores), pero apuntando que en determinadas ocasiones, cuando las cosas van mal, acaban bajo el liderazgo de una mujer. Podría parecer que eso es positivo, pero los tiros no van por ahí, ya que se trataría de que en una situación de riesgo o donde se anticipa un fracaso, un proyecto que no va a salir bien, ahí es cuando las mujeres acceden a puestos de dirección, pasándoles “la patata caliente” o “el marrón”, acabando asi con su carrera, de ahi a que los autores lo vean como muestra de la discriminación que sufren las mujeres. La pregunta es de quien podemos prescindir y son las que van a caer por el acantilado, cuando más arriesgada son las decisiones aumenta el porcentaje de mujeres en los puestos de dirección.
No podemos negar que Martina accedió al puesto de entrenadora cuando las cosas no iban bien, con el Goalball navarro en una situación muy precaria. Sin embargo, cuando la realidad de nuestro deporte ha iniciado un camino que parece imparable hacia su mejoría continuada, Martina ha continuado siendo la directora de operaciones o mejor dicho de estas dos orquestas que parecen dar un sonido cada vez más afinado.
Y este elogió no lo hacemos gratuitamente, que quede claro. Hay un argumento que es rotundo para demostrar lo que estamos diciendo: Martina Goñi es y será ya para la historia de este deporte la primera entrenadora en colocar la misma temporada a un equipo en Primera División y a otro en Segunda (siendo la única entrenadora (tanto hombre como mujer) en lograrlo está temporada). Y eso lo ha logrado en Navarra, la segunda delegación de la ONCE con menos afiliados de todo el Estado, es decir, la segunda más pequeña. Por lo tanto, su mérito es absolutamente incontestable.
Así, Martina Goñi ya está, por méritos propios, en la lista de grandes entrenadores con la que hemos iniciado este merecido elogió hacia su figura, la de una entrenadora pionera.