Educar es impregnar de sentido todo lo que hacemos en cada momento (Paulo Freire dixit). Y dar sentido a algo es, según la RAE, la capacidad de entender o juzgar de forma razonable. En ese sentido, según John Holden (especialista en políticas culturales) el problema reside en que hoy en día los políticos valoran la cultura sobre todo como motor económico e instrumento de cohesión social, perdiendo de vista “el verdadero sentido de la cultura en las vidas de la gente y en la formación de sus identidades”. Para empezar a comprender la importancia cultural del deporte basta con leer a José María Cagigal (filósofo del deporte): “el deporte es algo que existe; intrínseco a la naturaleza humana; que se manifiesta, que se ha manifestado siempre donde el hombre ha existido. El deporte es una realidad metafísica del hombre. Es decir, que donde quiera que se da el hombre se da el deporte y sólo en el hombre se puede éste concebir”. Así, y partiendo de esta base, entendimos que siguiendo a Francisco Ferrer Guardia (pedagogo) es “el profesor el que siembra las semillas de las ideas. Y estás, cuando con la edad se vigoriza el cerebro, entonces dan la flor y el fruto correspondientes, en consonancia con el grado de la iniciativa y con la fisonomía característica de la inteligencia del educando.”
Eso fue lo que nos movió cuando hace unos años pusimos en marcha la Escuela Infantil de Goalball. Una escuela humilde que de la mano de Martina (nuestra maestra), con la ayuda de Antonio y otros voluntarios como Eli o Txema pusieron los cimientos para que el Goalball no viva en un constante estado de inconsistencia. Muchos equipos viven con el temor de desaparecer si sufren alguna baja (incluso a veces con una sola basta). Este año, por ejemplo, hemos visto como Canarias Cludeon, uno de los equipos más importantes de este deporte (con varias ligas en su palmarés), echaba el cierre tras el anuncio de retirada de Daniel Fernández, uno de los mejores jugadores (por no decir el mejor) de la historia del Goalball no solo a nivel estatal, sino también internacional. Una sola ausencia (por muy relevante que sea el jugador) obligaba a terminar con un equipo que el pasado curso disputó la final del Campeonato de España, a pesar de tener en sus filas a uno de los fijos de la selección española, como es Pedro Martín (actualmente en IK Gipuzkoa). Esa misma precariedad se vive principalmente en los equipos que disputan la tercera división, donde los clubs van y vienen constantemente, sin ningún tipo de continuidad más allá de los ejemplos del CRE catalán y madrileño (los centros de recursos educativos de la ONCE que cuentan con escuelas propias de Goalball para empezar desde niños).
Precisamente guiándonos por ese ejemplo, vimos que era fundamental crear una correa de transmisión para no ver cómo esté equipo tenía una fecha de caducidad preconcebida. Sin un hilo solido, el paso del tiempo es devastador. Para ello, la figura de la entrenadora ha sido fundamental, siguiendo las ideas al principio expuestas. Y es que es difícil pensar en una continuidad sin generar un mínimo ápice de compromiso y pasión por este deporte, que es el que ha conseguido impregnar en las figuras de Dimitri e Ibai Martina. Dos jóvenes con muchos años ya de Goalball a sus espaldas (ambos han pasado por la escuela infantil) que han firmado un contrato simbólico con este equipo que ha permitido, una vez que la semilla estaba plantada, la formación de una disciplina de Goalball con más proyección de la que viene teniendo en la mayoría de lugares. Dos jóvenes que además, en su debut en la categoría de adultos, han conseguido un ascenso de categoría que muestra dos cosas. El trabajo bien hecho (y es que la mejoría a nivel deportivo es más que considerable) y el enorme margen de mejora que nos colocan ante dos chavales que, en palabras de Paco Monreal, actual seleccionador español, “darán mucho que hablar en el futuro”.
Si eso lo hemos conseguido es porque, comandados por la entrenadora (y a diferencia de otros) si le hemos encontrado el sentido a esto del deporte, y más en concreto al Goalball. Solidaridad, compromiso, integración, inclusión, competición, salud, etc.. Todos tenemos esas palabras guardadas en el inconsciente. El sentido de la vida radica, según Viktor Frankl (que tras pasar por Auschwitz o Dachau algo sabe del tema) precisamente, en estar en búsqueda de algo que nos pueda brindar sentido. Y en eso andamos.